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dilluns, 19 de gener del 2015

Asador Etxebarri: un estrellado humilde y familiar en Guipúzcoa


En el espectacular valle de Axpe (Guipúzcoa), entre bosques, vacas y pueblecitos encantadores, encontramos brillando una estrella Michelín. Estrellado en forma de Asador, Etxebarri elige excelentemente y cuida el producto de Guipuzcoa y lo sirve en su máxima expresión, asado, en un menú muy completo. La sala consta de 10 mesas en un salón muy acogedor, y el servicio es muy familiar, profesional y agradable. Algo a destacar que nos sorprendió fue la gran cantidad de extranjeros que había comiendo en Etxebarri un día entre semana. No es un restaurante que se encuentre ni dentro, ni cerca de una gran ciudad, pero, por lo contrario, éramos los únicos que sirvieron en español. Por un lado pensamos: "normal, la estrella Michelín", pero por el otro, en comparación con otros restaurantes galardonados de Guipuzcoa que visitamos aquellos días, quizá Extebarri es el que más comensales no españoles nos encontramos. De todos modos, bien merecido, alegra ver gente que trabaja bien y que esto se les recompense en premios, reconocimientos y comensales internacionales.

El menú empezaba con unos entrantes en forma de anchoa de Cantabria, tomate con gelatina de aceite, croqueta a la brasa y cracker. Las anchoas y el tomate brillaban pos su calidad y sabor intenso, a lo que tiene que saber un tomate y una anchoa. La croqueta era especial, fue el primer guiño a que nos fuéramos haciendo a la idea de que íbamos a comer en un Asador. Croqueta de pollo asada a la brasa. A diferencia de frita, en la que el aceite puede comerse el gusto del interior de la croqueta, asada potenciaba el sabor del pollo. Ya por ultimo en los entrantes, el cracker con sabor a micuit de foie y setas. Empezábamos bien.



Anchoa del Cantábrico

Tomate con gelatina de aceite de oliva

Croqueta asada

Cracker con foie

Seguimos con los mariscos a la brasa. Ostra, gamba, espardeña y chipirón a la brasa. De lo mejorcito del mar en pleno valle de Axpe, y cocinado del modo más común a la hora de cocinar una carne. La ostra a la brasa iba acompañada de espinaca, y su textura y sabor cambia radicalmente en comparación a cuando nos la comemos cruda. De textura mas parecida a la del mejillón hervido y con un sabor menos potente a mar, pero con matices a brasa que le daban un gusto especial. Las gambas de Palamós fueron brutales. Enormes, sabrosas, cocinadas de un modo excelente y encima, nos dieron 2 por cabeza! Un gustazo, de las mejores gambas (y a la brasa!) que hemos probado jamás. La espardeña y el chipirón también fueron excepcionales. Producto fresco y de primera. La espardeña iba acompañada de unas alubias, y el chipirón era encebollao y en su tinta.


Ostra asada

Gamba asada

Espardenya

Chipirón asado


Para acabar con los frutos del mar, nos faltaba un buen pescado a la brasa. Atún a la brasa. Sencillo y sin mas complicaciones que un poco de aceite y de reducción de tomate. Espectacular!


Atún a la brasa

Continuábamos con unos hongos con escalibada a la brasa. La mezcla del corte gordo de cep con la escalibada nos pareció muy interesante y sabrosa, y muy bien ligada en el menú, separando con un sabor suave y ligero los mariscos de la carne que estaba por venir.


Berenjena y ceps

Apoteósico chuletón de carne de vaca. De estos platos que no necesitan mucha descripción, de estos que se comen con los ojos, y en lo que te das cuenta de cuando comes carne de verdad y cuando no.


Txuletón a la brasa

Los postres, como no podían ser menos, también fueron especiales. Su particular tarta de manzana, compuesta de media manzana confitada y hojaldre con crema estaba espectacular, pero el "highlight" sin duda fue el flan de queso. Indescriptible, sin palabras, se nos quedó una cara que incluso nos ofrecieron repetir, y obviamente, repetimos.


Tarta de manzana

Flan de queso


Asador Etxebarri
Plaza de San Juan, 1 
48291 Atxondo, Bizkaia
(+34) 946 58 30 42
info@asadoretxebarri.com
GPS: 43.11555, -2.59923

Precio: 125€ por persona


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diumenge, 21 de desembre del 2014

Les Cols: Esencia de la tierra volcánica de la Garrotxa.

Les Cols es el restaurante por excelencia de Olot (Girona). Dos estrellas Michelín de sabores de "la terra", de producto de calidad, de respeto por el producto criado de forma sostenible y muy fans de huerta. Elaboraciones sencillas de la de toda la vida, cuidando y mimando aquellos productos que crecen en La Garrotxa, que llegan o se elaboran allí. Cocciones lentas y sabores intensos y precisos, en los que encuentras los toques y puntos que Fina Puigdevall y Pere Planagumà, los chefs, quieren que encuentres en cada bocado. 

No es cocina minimalista, ni contemporánea pues el menú no consiste de muchísimos platos, y las raciones dan para más de una sola cucharada. Somos muy fans de este tipo de servicios, la segunda y tercera cucharadas siempre son las buenas, en las que se encuentran los matices; y Les Cols es así, una cocina de toda la vida, adaptada a los nuevos tiempos. 


Parece curioso, pero la arquitectura de su restaurante es un símil a esta cocina de la que os estamos hablando. La Masía en la que se encuentra el Restaurante, en activo desde 1990, fue la misma en la que nació Fina Puigdevall y que, tras aparentar en su exterior la sencillez de la arquitectura catalana de las masías de la época, se esconde la más exquisita arquitectura y modernidad en su interior. Sólo por el recinto ya merece la pena la visita, y aún no habíamos empezado a comer. Aprovechad para hacer noche en “Els Pavellons Les Cols”, otro concepto de alojamiento.


Habitación Pavelló

De la mano de una copa de cava natura “Les cols Mont-Ferran”, los entrantes quisieron convertir el "fajol" en su rey. Otramente llamado "grà negre", el “fajol” es un derivado del maíz, muy común en la zona, de aspecto negro-oscuro, y que históricamente ha sido más utilizado para elaborar pienso animal que para ser servido en un restaurante dos estrellas Michelín. Aún así, la creatividad en los snacks del entrante nos levantó esa curiosidad por un producto nuevo en nuestros paladares.


“Crosta de fajol” para comer con los dedos juntamente con llonganissa artesanal de Olot, Bacadillo caliente de papada de cerdo en la que el pan estaba elaborado con este “maíz”, Blini de “fajol” i botifarra del “perol” y espagueti de “fajol” con caldo ahumado. Un mismo denominador común y cuatro entrantes de resultados diversos.


Blini de "fajol" y sandwich de panceta

Caldo con espagueti de "fajol"


Nos quedaban 8 platillos por delante. Empezamos comiendo con las manos con un “trampantojo” en forma de mini-calçot con romesco, pero realmente realizado con un nabo rebozado en tempura de carbón. Quizá a nivel de sabrosura el plato más flojito puesto que el sabor de la salsa romesco se comía el “mini-calçot”. Sin duda creatividad 100%.


Trampantojo de calçot.
Con el plato anterior se acababa la broma y empezábamos con lo serio. Royale de trufa negra. La royale no tenía esa textura gelatinosa de alguna que otra que hemos probado, pero brillaba por la abundante cantidad de trufa negra fileteada que incorporaba el plato.


Royale de trufa negra

El huevo fresco escaldado con “rovellons” estaba espectacular. Ligero sabor a brasa y leña procedente de la elaboración del rovelló y que ligaba a la perfección con el huevo escaldado y la base de crema de setas que acompañaba el plato. Uno de los mejores de la noche.


Huevo escaldado con rovellons

Como habréis visto, en Les Cols cuidan mucho los elementos de conexión entre los elementos presentes en los platos, las cremas y caldos están milimétricamente pensados y perfectamente elaborados. El siguiente de los platos titulado “patates amb suc”, debería ser bautizado “tremendo suc amb patata”. Un juguito de mil matices, fuerte de sabor y de textura exquisita, acompañado de dos daditos de patata que se deshacían en la boca; seguramente realizados con un puré horneado para que cogiera forma a patatita cortada.


"Patates amb suc"

Quedaban 4 platillos “principales”: verdura, hidrato, pescado y carne. Unos guisantes a la brasa con pancetita y botifarra negra. Creo que jamás habíamos probado los guisantes a la brasa, la textura en boca es más cercana al garbanzo, terso, pero conserva el sabor del guisante y la brasa también le da ese aroma a leña ahumada de la brasa. Otro de los grandes platos del menú.


Guisantes a la brasa

Aquí vino la muestra de la gran “cocina de montaña” que se realiza en Les Cols. Con “cocina de montaña” nos referimos a la intención del restaurante de trabajar productos tal y como llegaban antaño a la Garrotxa. En Les Cols se trabaja muy poco el pescado fresco, prácticamente nada, y juegan más con la materia prima en conserva o en lata a la hora de incorporar pescado en sus menús. De éste modo, el arroz de payés con calamares en lata consistía en un arroz de gusto fuerte con puntas de calamares en conserva, corte de calamar en tempura. Acompañado por un alioli muy suave de gusto, de alta intensidad en aceite, pero de textura cremosa.


Arroz de payés

Siguiendo la tradición de la “Cocina de montaña”, en la que nunca puede faltar un pescado (en conserva, lata o que no requiera de la inmediatez del pescado fresco), nos sirvieron una “Brandada de Bacalao” con pilpil, uva, aceite de cereza y espinaca fresco. Plato denso por la espumosidad de la brandada, pero aligerado por el pilpil y los toques frutales de la uva y el aceite de cereza. Un plato muy redondo y contundente.


Brandada de bacalao
Quedaba el último, la carne. El “platillo”, como Les Cols lo tiene bautizado, consistió en 4 mordiscos. Un dado de carne de pato acompañado por una pera en almibar, una pelotilla de ternera acompañado por una cebolla chalota y un corte de costilla y panceta de cerdo. Todo regado bajo un mismo jugo y un punto de cocción excelente en los 4 bocados.


"Platillo"

Era hora del carrito de los quesos. A discreción. La variedad de quesos es brutal, y merece la pena probarlos juntamente a las mermeladas caseras que elaboran en Les Cols. También recordar que si hacéis noche en “Els Pavellons Les Cols” también os traerán un surtidito de mermeladas exquisitas.

Primer postre, castañas, coca de llardons y manzana. Cómo? Helado de castaña confitada sobre una confitura de manzana y acompañado por un brioche de coca de llardons.


Castañas, coca de llardons y manzana

El segundo de los postres nos fascinó. Helado cremoso de “mató” con mermelada de albahaca que le daba ese toque dulce que siempre requiere el “mató”. Textura genial, sabor exquisito y para nosotros, el mejor de la noche.


Helado de "mató" con albahaca

Quedaba un postre, un clásico en Les Cols, el “paisaje volcánico" consistió en un mix de chocolates con distintas texturas, sabores y matices a algarroba, ratafía y “fajol”, redondo para acabar el menú de otoño.

Paisaje volcánico

Los petit fours, que ya casi no nos podíamos ni comer consistieron en una coca azucarada tostada y una tableta de chocolate. Buenísimos!


Coca y chocolate

Bajo nuestro parecer el fin de semana en Les Cols valió mucho la pena, la relación calidad/precio del menú es, sin dudas, el mejor que nos hemos tomado. Mucha calidad, intención y sentimiento en un menú que en Barcelona valdría más de 100 euros, y llegarían a más gente. Aún así, estoy convencido de que prefieren la sencillez y la humildad que tienen a caballo de una arquitectura y diseño espectaculares, a lo que tienen a cualquier otro escenario. Felicidades, volveremos!


Les Cols
Carretera de la Canya s/n, Olot
Telf. 972269209

Precio: 110 euros por persona (vino incluido)

El alojamiento en Pavellons Les Cols es un poco más caro, pero el desayuno se lo vale! Y la excursión matutina tambén!


Ermita Volcán Santa Margarida


Desayuno Pavellons Les Cols



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dilluns, 17 de novembre del 2014

Restaurante Akelarre: Un clásico entre los modernos.


A lo alto del monte Igeldo en San Sebastián encontramos el ilustre restaurante de Pedro Subijana, el restaurante Akelarre. Desde el año 2007 poseedor de tres estrellas Michelín, Akelarre es uno de los restaurantes imprescindibles de visitar de España. Tratando de mantener la clase y la calidad del producto que desde el año 1975 ofrecen a sus clientes, Pedro Subijana y su equipo del Akelarre han sabido evolucionar y adaptarse a la nueva cocina actual, convirtiéndose como hemos mencionado anteriormente en uno de los restaurantes más selectos y galardonados de España. El único punto “vintage” que queda es el bigote del chef, pero le da carisma, qué carajo! En Akelarre siguen ofreciendo los mejores productos del País Vasco como en los años 80, pero hoy del modo más contemporáneo posible, con un mimo extremo a la presentación y los detalles de los platos. Sus platos y estilo de cocina nos recordó mucho al Sant Pau de Carme Ruscalleda, es por eso que no será casualidad que compartan número de estrellas.

Akelarre ofrece 3 menús degustación, primera muestra de que les van bien las cosas y que les gusta trabajar, probar e innovar con el producto. 2 menús cambiantes temporada tras temporada y un último de clásicos del Akelarre. Nosotros, al ser la primera vez que visitábamos el restaurante consideramos apropiado empezar por los clásicos ya que estos nos podrían dar una buena imagen de la cocina de Subijana en estos casi 40 años de dedicación exclusiva a su restaurante.

Los entrantes fueron un espectáculo. Títulados “Jardín Marino” consistían de una base de arena de gambas con una hoja de ostra, un mejillón con cáscara, una esponja marina con crema de erizos de mar, unas piedras de playa y un coral de alga. Uno de estos manjares que nos gustan, estos en los que disfrazan el producto para que parezca otro o para que te lo comas de un modo en el que aparentemente no lo parece.


El menú empezaba con una ensalada de bogavante al vinagre de sidra. Un primer plato ligero con componente estrella, el bogavante. Sencillo y sin complicaciones, un producto de estos que con un chorritín de aceite ya gana carreras…



A continuación nos sirvieron un carpaccio y un txangurro bastante especiales… El carpaccio consistía de una pasta realizada con piquillos y sabores a ibéricos que, juntamente con las setas y el parmesano intentaban “imitar” y transmitir la sensación de estar comiendo carne de un modo totalmente vegetal. Muy interesante.



Por otro lado, el txangurro tambíen tenía su qué. Rebozadito en su propio txangurro, conseguía una pequeña crosta con un interior de este producto, muy parecido a una croqueta, pero como si fuera rebozada en carne en lugar de pan. Brillante. Este encima de un “blini” de coral con mucho sabor a mar y unos gurullos con verdura.



Entramos ahora a los dos platos principales del menú, el pescado: salmonete y la carne: buey. El primero de una simplicidad y excelencia aplastante. Plancha. Fácil? Sí, pero ya nos gustaría a todos que el pescado plancha nos saliera así de bueno. Acompañado de unos fusilli de salsas. Eh aquí el toque contemporáneo al plato. Unas gelatinas insaboras en forma de macarrón, rellenas de salsa de perejil, de ajo, de soja y del propio salmonete (cabeza y espinas incluidas) que acompañaban al pescado a la perfección.



El buey también sencillo, sin mucha floritura, guardando el gusto y la esencia de la carne. Como si fuera un chuletón, tierna y sabrosa, no se puede pedir más. Este iba acompañado de un pastel de rabo y foie, que parecía un tiramisú y de unas patatas chips un tanto peculiares. Dos genialidades más de Subijana.



De postre dos platos más en forma de “desmontemos y volvamos a montar”. Primero un gin tonic donde una gelatina y un sorbete componen el copazo. Gelatina con sabor a gin tonic y sorbete de cítricos. Comparado con el que nos tomamos hace poco en Dos Cielos de los hermanos Torres quizás el de los hermanos se parece más a un postre, y el de Subijana es más un cocktail. En definitiva, deliciosos ambos. Ya por último, la otra tarta de manzana. Presentada con dos papelajos encima. De primeras quedas sorprendido por la bizarra presentación, y finalmente te informan de que el papel es comestible con sabor a chocolate, y debajo se esconde una fabulosa tarta de manzana.





El restaurante Akelarre de Pedro Subijana ha sabido adaptarse a los nuevo tiempos y tendencias, cabe recordar que junto a Arzak fueron los pioneros de la cocina contemporánea en España. Podríamos decir que Subijana y Arzak abrieron la puerta a seguir trabajando a Berasateguis, Adriàs y hasta donde hemos llegado? A tener restaurantes que son los mejores del mundo, a tener muchas estrellas Michelin… vale mucho la pena aprovechar una visita a San Sebastián para ir a visitar Akelarre. 



Restaurante Akelare
Padre Orcoloaga 56, San Sebastián Donostia
Telf: 943311209
www.akelarre.net

Precio por persona: 150 euros aprox.


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divendres, 26 de setembre del 2014

Restaurante Elkano (Getaria, Guipúzcoa): Pescado del que no rechazan ni los niños!


Ya nos habían calentado las orejas con que había un asador en Guetaria (cerca de Zarautz) que era fenomenal, pero toda buena crítica se queda corta después de probar el Restaurante Elkano. No es un restaurante sofisticado, ni glamouroso, ni pretende ser lo que no es. Es un asador en el que antes de entrar pasas por delante las brasas y el cocinero te saluda, todo naturalidad. Es un restaurante en el que el primer comentario que oyes proviene de un extranjero que le dice al “maitre” que ayer había estado en el restaurante Arzak y se preguntaba porqué éste tenía 3 estrellas Michelin y Elkano ninguna. Lo mejor, la respuesta del maitre: “Las estrellas están en el cielo, y nosotros cocinamos pescado en la tierra”. No es cocina innovación. Simplemente materia prima y sublime ejecución. Sin duda, el mejor rodaballo que hemos probado nunca. Ah, y no olvidéis los postres.

Nos lanzamos a picotear unas medias raciones y luego a tomar ese rodaballo del que tanto nos habían hablado. De entrantes tomamos el micuit de foie con mermelada de manzana, “cocotxas” en 3 texturas y txipirón encebollao. El micuit de foie nos pareció espectacular, ración consistente y buena calidad. No obstante, el txipirón y las “cocotxas” eran insuperables. Ambos con el aroma de brasa y un sabor brutal. Las “cocotxas” no las habíamos probado nunca y la verdad es que es un corte del pescado muy tierno. Nos las sirvieron en 3 texturas, una plancha, otra rebozada y la última en salsa verde. El txipirón encebollao se salió. Nunca habíamos tomado un chipirón cocido a leña, y le cambia incluso el color. La cebolla que lo acompañaba también era fuera de serie. Delicioso.





El tan esperado Rodaballo a la brasa. Nos habían dicho y habíamos leído que era el mejor rodaballo de España, pero no nos lo acabábamos de creer. La verdad es que el arte de cocinar pescado, o lo tienes o no lo tienes. Obviamente es infinitamente más difícil cocinar un pescado al horno con sus verduritas y demás, que frito o a la brasa. Pero el riesgo de que el pescado te quede soso e insaboro, o duro, es mucho mas elevado a la brasa que al horno con sus cositas. Sin engañar a nadie, el rodaballo de Elkano es el más delicioso que hemos tomado nunca. Tierno, con su propio juguito post cocción…en fin, una pasada.




De postres. Habíamos leído sobre el helado de queso, no nos lo podíamos dejar pasar. Por otro lado, nos llamó la atención el couland que se había pedido el vecino extranjero amigo de Arzak 20 minutos antes, y de carta también nos pareció interesante la torrija.

El helado de queso nos lo sirvieron a la temperatura perfecta. Aquél punto de helado en que no queda ni frío ni blando. Sabor increíble, como si estuvieras tomando la clásica tarda de queso de Guipúzcoa, y el puntazo final es que la ración es considerablemente grande.



El couland y la torrija no estaban a otra liga muy distinta al helado. Temperaturas y texturas excelentes. Quizá son postres más conservadores, pero creemos que a veces tiene más valor no arriesgar tanto en postres “locos” y asegurar el tiro haciendo a la perfección un couland, una tarta o cualquier otro postre más convencional.



Podríamos concluir la crítica al restaurante Elkano siguiendo el argumento expuesto en los postres. Muchas veces, para triunfar no hace falta ser un genio, ni un artista. Simplemente trabajar mucho y persistir en aquello que sabes hacer bien, día a día, año a año. Y creo que esta es la clave del éxito del bocaoreja del restaurante Elkano, un éxito en el que no le hacen falta estrellas Michelín para tener el restaurante lleno de extranjeros buscando los mejores restaurantes de Guipúzcoa. Muy recomendable! 

Restaurante Elkano
Herrerieta Kalea, 2, 20808, Getaria, Guipúzcoa
Telf: 943149924

Precio por persona: 80 euros (Vino incluído)




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divendres, 12 de setembre del 2014

Mugaritz: Jueguen a comer o coman jugando.

Que bien nos lo pasamos en Mugaritz. Fue toda una experiencia, mitad juego, mitad comida, un no parar de sensaciones distintas, algunas buenas y otras geniales, pero todas rozando la excelencia. Para quienes no conozcan el restaurante, muchos dicen que Mugaritz es la nueva meca de la cocina creativa desde el cierre del Bulli (salvando las distancias con DiverXO que aún no lo conocemos). A a parte de eso, Mugaritz se distingue por sus dos estrellas Michelín y su posición Top10 en la lista "The 50 Best Restaurants", una de las muchas perlas gastronómicas de Guipúzcoa.

Andoni Luis Aduriz ofrece a sus comensales un menú único, inimitable y personalizado, tratando de llegar a la persona y de crear esa sensación de exclusividad. Diariamente se elabora un menú distinto y el comensal no sabe lo que va a comer, por este motivo decimos que es único e inimitable. Nos encantó la idea, igual que todo el menú. 20 platos, en 4 horas de estancia en el precioso restaurante. El trato al cliente es impresionante, sabiéndose adaptar a todos, son capaces de echarse unas risas con una mesa con jóvenes y tratar como reyes a los más veteranos. Pero el detallazo es la entrada en la cocina donde nos recibió Vicenç Sagarra, ayudante de Aduriz y nos tuvo 10 minutitos contándonos la filosofía y misión del restaurante y contándonos como funcionaba el servicio. Solo podemos agradecerles el detalle, ya que no nos lo habían hecho nunca.   En definitiva, podemos afirmar que es uno de los restaurantes más especiales a los que hemos estado nunca y lo recomendamos intensamente.

En Mugaritz todo es un juego, a veces de sabores, a veces de experiencias y alguna vez de forma literal. ya de por sí, su nombre Mugaritz ya es un juego de palabras: “Muga” en Vasco significa “límite” “frontera”, en referencia a que el restaurante se encuentra entre las localidades de Errenteria y Astiagarraga; y “Aritz” que en Vasco significa “Roble”, y es que tienen uno enorme en medio de su jardín. Y con esto, vayamos al menú.

Empezamos con los primeros platos previo aviso de que comeríamos con las manos, como niños o animales. Rábanos embarrados con salsa de tomate de sabor muy fresco, láminas de trufa de verano con aliño de ajo y boletus, lámina de apionabo hervido con una crema de ave y una flor de cebollino en tempura.





Después de estos 4 entrantes, una tostada rústica con panceta que estaba espectacular y a la cual no encontrabas para nada la textura de la panceta, y un consomé de hoja santa (hierva procedente de Méjico) con helado de melón. Después de estos, turrón fermentado de avellanas: salado y con aroma a pimienta y a avellana, y el último de estos entrantes que se comía con las manos: crema de piñones y malta. Qué como comímos la crema si no teníamos cubiertos? Nos pidieron que cogiéramos esta especie de flor verde que había decorando la mesa y la untáramos. La flor verde era teff, un cereal procedente de Etiopía. Muy curiosos estos 8 primeros entrantes manuales.






A continuación nos sirvieron una espuma con sabor y trozos de anguila y flores. Las flores le daban un toque dulce que estaba potenciado por el el dulce del tenedor. Hecho de azúcar y comestible, el tenedor potenciaba aún más lo exótico y bizarro del plato.



Seguímos con otro plato especial. El servicio nos comentó que ibámos a jugarnos el siguiente plato a los chinos, y que el ganador tendría premio. Nos repartieron una bolsa con 3 huesitos dentro, uno para cada uno, y quién acertara el número de huesos que había en total encima de la mesa, pondría caviar encima del pan de vidrio con espuma láctea. Como observaréis, en este caso, nosotros no ganamos.




El txangurro no podía faltar. Praliné de cacahuete con txangurro y esencia de calabaza. Mezcla extraña, pero deliciosa. El txangurro, o buey de mar, es un fruto del mar delicioso; en sí es seco, por eso siempre es mejor mezclarlo con cremas o mayonesa. En este caso, con el praliné de cacahuetes y la calabaza estaba de muerte.


Nos tocaba currar, otro juego. Nos trajeron un mortero relleno de maíz, pimienta sin moler y un poco de panceta, y venga, a picar! Cuando ya teníamos aquello bien picadito nos trajeron unas gelatinas de flores, y a picar y dar vueltas un poquito más, hasta conseguir una pasta uniforme. A partir de allí, a mojar pan. Delicioso.





A continuación ya íbamos a por los pescados y carnes. Empezamos con un besugo con hierbas del litoral. Una crema al pilpil acompañaba el pescado junto con unos crujientes de cebolla y unos mini espárragos trigueros. Suave y fresco, no podía ser menos. Tocaba una carne, y os parecerá extraño, pero un tomate “cor de bou” con salsa de callos fue nuestra primera “carne” del menú. Intenso a la vez que ligero. Estábamos temblando del temor de encontrarnos el típico platazo de callos, pero con la sospecha de que volverían a sorprendernos.



Esto no se acababa nunca, nos quedaban aún 3 platos fuertes. Crema catalana de pollo y langosta. Una mezcla de pollo y langosta mezclados con una crema intensa de pollo con textura a crema catalana dentro de un vaso de cerámica. Pura reproducción de la crema catalana. Lo que mas nos impresionó fue el tostado que imitaba la parte de azúcar quemado de la crema catalana. Este consistía en una crosta de la piel de pollo. Estaba espectacular.




Quedaban dos, la tostada con crema con bacalao con aroma a café, que era muy ligera a diferencia de lo que de entrada podía parecer y la chuleta con queso azul. Pero donde estaba el queso azul? No estaba físicamente, pero sí estaba presente. El truco estaba en que la carne, previopaso a ser cocida, había estado curada en queso azul, dando un aroma a queso suave y delicioso.



 Nos quedaban los postres por delante, en general la comida nos había sorprendido mucho, muchísimo, y las expectativas para los postres eran considerables. Empezamos con la Stracciatella. Todos la conocemos en forma de helado, pero en este caso nos la tomamos en forma de bizcocho. Pesado y empalagoso, pero sorpendente. En el segundo postre jugaron con el nitrógeno, congelando un agua de hierba Luisa que contenia un buen pedazo de melocotón dentro. Muy buen sabor, pero difícil de comer.



Como se puede observar, ya hemos puesto un par de pegas a los postres. Y ahora va la más grande. Algo que consideramos un error. El tercer postre fueron higos asados con una conserva marina. Conserva marina, sí, erizo. En el interior del higo cocido, que estaba muy bueno porque conservaba la dulzura, nos encontramos erizo de mar. Desde nuestro punto de vista, difícil combinación, y consideramos que era más un aperitivo que un postre.



Faltaban, dos buenos dulces. Tartaleta de fresas con nata en la que la fresa era en forma de sirope y la nada de espuma. Buenísima. Nos hubieramos comido 20 de esas. Y por ultimo, titulado “rayando lo imposible”, un canutillo de crema delicioso al cual le tienes que rayar de una piedra (de azucar solidificado) su propio azucar glasé. Otra sorpresa graciosa, y ambos dulces estaban deliciosos!




Los petit fours con los cafés vinieron en una presentación majestuosa, en forma de 7 pecados capitales, y teníamos que ir adivinando que pecado se correspondía a cada bombón. Adivináis cual nos gustó más?




Para concluir, y no obstante la objeción mostrada en los postres, Mugaritz fue una de las experiencias más increíbles que hemos vivido, dentro y fuera de un restaurante. Fue un juego comer su menú, por este motivo nos gustaría concluir afirmando que nos lo pasamos como niños. Animamos a todo amante de la cocina contemporánea que planee una visita allí, vale mucho la pena.


Restaurante Mugaritz
Aldura Aldea 20
20100 Errenteria (Guipúzcoa)
Telf: 943 52 24 55

Precio: 220 euros por persona (vino incluido)



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