Hemos aprovechado nuestro viaje vacacional para visitar una
de las joyas gastronómicas de Roma: Oliver Glowig. Este es un restaurante que
para muchos de vosotros será completamente desconocido, la cual cosa no es
habitual entre nuestros lectores. Esta vez os invitamos a conocer un
restaurante situado en el jardín del Aldrovandi Hotel, en la prestigiosa Villa
Borghese de Roma. Oliver Glowig, a la vez que es el nombre del restaurante es
también el nombre de su chef. Éste, de origen alemán brilla por la precisión y la
eficacia con la que trabaja el producto. Su cocina es principalmente
mediterránea, pero como no, no se olvida del producto nacional del país, la
pasta. Su servicio es excelente, y la elegancia del restaurante roza la
perfección. Por todos estos motivos esta galardonado con dos estrellas
Michelin.
El menú es sencillo, aparentemente más breve y sencillo que
el habitual en los restaurantes estrellados españoles en los que se tiende a
encontrar unos aproximadamente 10 platos, salvando las excepciones. En Oliver
Glowig nos sirvieron 5 platos, con entrantes y postre. La clave del asunto es
que los platos son más “consistentes” con más de 3 cucharadas, aspecto
difícilmente apreciable en los restaurantes morro exquisito de España.
Empezamos la noche con unos entrantes que consistían en una
mini hamburguesa de carne de waygu, una bruschetta de jamón y una “croqueta” de
erizo de mar. A continuación y también como entrante nos sirvieron una ensalada
de origen Siciliano que consistía en una mezcla de anchoa, aguacate, y manzana.
Fresca y apetitosa para ir haciendo boca para la cena.
El primer plato fue una ensalada fría de fruta y verduras
con base de tomate asado. Primera lanza a favor de la cocina mediterránea por
parte del chef alemán. Producto crudo o semi-crudo, con un chorrito de aceite.
Viva la sencillez.
A continuación nos sirvieron el plato glamuroso de la velada.
Base de crema fría de lechuga romana, con ostra, pasta fresca y caviar. También
sencillo, pero con mucho componente. Sabroso, arriesgado pero con resultado
excelente. Os sorprenderá lo que ahora os diremos, pero nos alucinó la crema
fría de lechuga fresca, tenía una textura muy cremosa, a pesar de que de
primeras pensamos que sería mucho más líquida y menos sabrosa. Brutal.
Era hora de platos más consistentes. Tortellini de bacalao
con espuma de tomate, aceite y oliva deshidratada. Quizá este fue el plato que
nos pareció más flojo. No por la intención, sino por la ejecución. La pasta con
el bacalao era buena idea, pero el bacalao estaba seco y un punto salado, quizá
hubiera sido mejor idea cocer el bacalao para hacer el relleno. La espuma y la
aceituna a la altura de nuestras expectativas.
Quedaban los dos principales, pescado y carne. Rodaballo y
pichón. El pescado perfecto, al horno, con una base de crema de apio, guisantes
y trufa. Y por otro lado, el pichón estaba espectacular. No somos muy fans de
las aves, pero esta vez nos encantó. Con foie y acompañado de una crema de
cebolla. Genial.
De postres, un mundo. Nos trajeron de todo. Empezaron con un
sorbete de tomate con aceite y gelatina de estrágalo. Fresco y digestivo. A
continuación, una tarta de chocolate que combinaba distintas texturas y
temperaturas. Y a continuación los mil y un petit fours. Acompañamos foto
porque en caso contrario no acabaríamos de explicarlos.
Para nosotros era la primera experiencia en un restaurante
con estrellas Michelin internacional, y de lo que salimos realmente
sorprendidos fue de la diferencia en el estilo. Si es verdad que se sigue un
mismo patrón de calidad, de cuidado y mimo del producto, pero el estilo fue
completamente distinto. La verdad es que fue una gran experiencia.
Oliver Glowig
Via Ulisse Aldrovandi, 15
Roma
info@oliverglowig.com
Precio: 200 euros por persona (vino incluido)
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